viernes, 30 de septiembre de 2011

Ecotrip Caleta Cóndor - Territorio Mapu-Lahual (Pacifico Sur – Osorno- Chile)




En el Pacífico Sur en la costa de la X región en Chile existen algunos lugares espectaculares y muy aislados, donde solo el hecho de llegar implica una seria empresa. Caleta Cóndor es uno de esos lugares, en la costa del Pacífico Sur. 
Resumidamente, mínimo dos horas en barco de pescadores con mar tranquila, estamos hablando del Pacífico Sur. También puede ser caminando dos días desde Maicolpué (en San Juan de la Costa) o todo un día mas dos horas de terrible camino de 4x4, siempre y cuando no llueva.

Pero visitar, en realidad diría vivenciar Caleta
 Cóndor es una joya que vale la pena.
Conocí Caleta Cóndor en un viaje que organizó el coordinador turístico de Mapu Lahual. Lafken Mapu Lahual es un área marina y costera protegida autoorganizada por comunidades huiliches –www.mapulahual.cl –
Todo comenzó muy temprano en Bahía Mansa, un pequeño puerto de pescadores hasta donde se llega en auto. Allí conocimos a Luis “Tifi” que fue nuestro “capitán” en una lancha de pesca de 12 m. Fue emocionante navegar el Pacífico, pingüinos, albatros, fardelas. La imagen del bosque cayendo hacia el mar y costas rocosas entre brumas.
Pasamos Caleta Hueyelhue y llegamos a la barra del río Choihuaco ya en Caleta Cóndor. Recorrimos un kilometro de río con suficiente marea para no encallar y bajamos en una pampa rodeada de bosques. A lo lejos se escuchaba las olas rompiendo en la playa.
No terminamos de bajar las mochilas, cuando nos llamaron a desayunar en la ruca (casa) comunitaria y nos sorprendieron los pancitos calientes que estaban saliendo del horno de la estufa a leña. Asi conocimos a Odette y a doña Hilda. Mientras todos se acomodaban, nos fuimos a conocer esa playa que se veía a lo lejos. Increíble sorpresa, playa blanca, aguas turquesas y rodeada de rocas y bosques.

Las excursiones que realizamos nos dieron una idea de lo impresionante del lugar y del ímpetu de la gente local.

Una actividad fue la de recorrer en bote el río Choihuaco, tal como los propios pobladores que viven en su orilla lo hacen. Estos pobladores viven a base de hacer tejuelas, tener unas vacas o chivos y algo de pesca, además de sus quintas y gallinas. En los últimos años algunos de ellos comenzaron la experiencia de recibir los pocos turistas que se atreven a esta aventura, compartiendo techo, actividades tradicionales y larga charlas al lado de la cocina a leña los días de lluvia.
Otra actividad inolvidable fue fabricar tejuelas de alerce. Desde escuadrar la basa (el pedazo de alerce que se va a hacer tejuela) hasta usar la hachuela para hacerlas, tal como lo hacen los actuales tejueleros y como se hacía tradicionalmente. El alerce es una conífera exclusiva de los bosques de Patagonia y puede vivir hasta cuatro mil años (la segunda más longeva del mundo). Solo crece en algunos lugares donde el suelo es especialmente acido y crece muy poco por año. Las tejuelas son pequeñas tablas que tradicionalmente se usan para recubrimiento exterior de techos y paredes, y normalmente se hacen de alerce por su durabilidad. La región de Los Lagos en Chile es conocida por sus casas con tejuela. Actualmente solo se pueden fabricar de alerces muertos, en general de bosques que han sufrido un incendio. 

Otro punto sobresaliente fue la comida: pan casero recién horneado siempre, queso de campo y dulces caseros. Muchos mariscos con el infaltable curanto a la olla, cholgas al disco, un asado de cordero y ñachi cuando fue despostado. Todo bajo la supervisión de Oddette, que estaba en todo.

El plan era pasar dos noches y regresar, pero el salado (el océano) tenía otros planes distintos a los nuestros, ya que comenzó a cambiar el clima antes de lo que estaba pronosticado. El mar se puso grueso, con olas grandes y muy ventoso, lo que nos obligo a seguir “sufriendo” un día más. Es decir disfrutando de la lluvia en la ruca comunitaria, con mucha charla, lectura, comida y muy buena música folclórica de una invitada especial, Paty y de algunas piezas más clásicas con la magia de un violín.
Cuando uno visita lugares tan alejados y con clima rigurosos como Caleta Cóndor, hay que planificar disponer de tiempo de mas “por las dudas”.

Al final solo tuvimos que esperar un día y el salado nos dejo partir en nuestra lancha de pescadores, siempre con Tify al mando. Aunque no estaba tan calmo como la venida, ondas de tres a cuatro metros nos hacían más divertido el viaje. Sin embargo para algunos no lo fue tanto ya que la pasaron descompuestos y probando varios remedios caseros para la ocasión. Durante el viaje muchas fardelas sobrevolando el mar y unos cuantos pingüinos, no tuvimos la suerte de ver ballenas pero son muy comunes en esta zona.
Es muy raro lo que sucede cuando uno viaja a lugares tan aislados donde se convive poco tiempo pero muy intenso, pero cuando me encuentre con alguien de ese viaje seguramente surgirá de forma natural una complicidad de la experiencia vivida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario